Un Maestro Espiritual estaba dando clase a sus discípulos. En un determinado momento, sus alumnos le pidieron que les revelara el Sagrado Mantra, debido al cual los muertos podían ser devueltos a la vida. El Maestro les preguntó qué pensaban hacer con unos conocimientos tan peligrosos. Ellos contestaron: “es para robustecer nuestra fe”. El Maestro les respondió que el conocimiento prematuro no era recomendable, porque cuando alguien no posee la sabiduría que debe acompañar al poder, puede convertirse en un arma muy peligrosa. No obstante ellos insistieron y el Maestro, muy a su pesar les susurró al oído el Mantra Sagrado, observándoles repetidas veces que lo emplearan con suma discreción. Algunos días después iban los jóvenes paseando por un paraje desierto y tropezaron con un montón de huesos calcinados. Con la frivolidad del desconocimiento y el exceso de juventud, decidieron poner a prueba el Mantra, que sólo debía ser empleado tras una prolongada reflexión. En cuanto pronunciaron las palabras mágicas, los huesos se cubrieron de carne y se transformaron en feroces lobos que atacándoles les hicieron pedazos.

Una sencilla fábula de A.de Mello que tiene la suficiente profundidad para hacernos reflexionar. ¿Qué estamos haciendo con nuestros adolescentes y nuestra juventud?

Sin ningún tipo de catastrofismo, veo que los estamos llevando a un lodazal, a un fango del que será difícil que salgan por sus medios, y lo que es peor, ni con nuestra ayuda.

Los que primero fallamos somos los padres, que hemos hecho dejación de nuestra principal función, que es la de educarles, para que sean personas libres con absoluto respeto a los demás, y no circunscribir nuestra actuación a alimentarles, vestirles y darles todos los caprichos, creyendo además que nuestros hijos son superiores al resto.

Los Centros Educativos, (mal llamados así, porque los colegios no están para educar, sino para enseñar y sólo ser complemento de una educación que tienen que dar los padres), también son responsables, no por su profesorado, sino por la absoluta dependencia de una Administración que suele escuchar en la mayoría de los casos, a los padres y a los alumnos, quedando el profesorado totalmente maniatado, ignorado, sin autoridad, quitada por la propia Administración Educativa, porque son más importantes los votos para permanecer en el sillón, que la formación de nuestros jóvenes para que forjen su futuro.

Repito la célebre frase del pedagogo francés Celestín Freinet: “ No podéis educar a vuestros jóvenes para que construyan mañana el mundo de sus sueños si vosotros no creéis ya en esos sueños”. Es culpable también el propio Estado, de quien depende el área de Educación, en tanto no ha sido capaz de articular un sistema educativo en el que el alumnado tiene un papel y el docente otro, siempre con la Autoridad y el apoyo de este Estado al profesor, al maestro, y cuando un docente transgreda su función, por supuesto, aplíquese la ley. ¿A qué enfermo se le ocurre decir al cirujano por dónde debe de abrir? ¿Por qué se ha dado tanto poder a los padres en materia de Enseñanza?

Que yo sepa los profesionales son los docentes. Nos hace falta ya un gran pacto nacional por la educación, independientemente de las pretensiones partidistas de los que en cada turno estén en el Poder, y no anteponer éste a los intereses generales de la ciudadanía. También son culpables los Sindicatos, como poderes sociales, que tristemente en más situaciones de las deseables, se han funcionarizado y han olvidado el espíritu reivindicativo y representativo, su razón de existir, ignorando muchas veces que están para representar a los sectores menos favorecidos de la sociedad.

El Poder Legislativo tiene que cambiar inmediatamente el contenido de la Ley del Menor, porque un joven que apuñala a otro, ya tiene suficiente uso de razón para saber que está matando a un semejante. Y el Poder Judicial, que debe ser radicalmente independiente del Legislativo, y que para acceder a él, cualquier ciudadano tendría que pasar no sólo unas oposiciones de conocimiento legal, sino fuertes exámenes psicotécnicos y de personalidad, que aseguren el equilibrio personal y emocional, de todos los que superen unas oposiciones de este tipo, para evitar sentencias que dejan perpleja y a veces indefensa a la ciudadanía y a una policía que se descorazona al ver que a quien detienen en muchos casos, salen inmediatamente en libertad como si no hubiese sucedido nada. Los medios de comunicación, son unos de los máximos responsables también de las agresiones antieducativas, alienantes y deformadoras que sufre nuestra juventud, todo por cuotas de audiencia, dinero y poder. Una sociedad no puede llevar los derroteros que ésta lleva. Y recuerden: unos más, otros menos, todos somos culpables.