La misión imperialista de EEUU y sus aliados ha terminado en Afganistán, como hemos visto, cual el rosario de la aurora, especialmente para las mujeres afganas. El Presidente Biden expuso sus razones para la retirada con cierto sentido, aunque ninguno ante la desolación que queda atrás. Como iniciador del conflicto, junto a la venganza y persecución de los autores del 11S, añadieron el discurso democratizador en Afganistán. Ha quedado claro que el fiasco sobre el último objetivo ha sido clamoroso. En estas páginas he abordado las enseñanzas que se derivan del seguidismo acrítico de los aliados de EEUU y la necesidad de una profunda reflexión tras dicha experiencia. Antes no dejo de reconocer que el actual presidente, pese a desentenderse de los compromisos de sus precedentes Bush, Obama y especialmente Trump, revisa el belicismo de los mismos. Entiende también que no se debe repetir la eternización de Vietnam, y lleva a la práctica su negativa a la invasión en contra del terrorismo, como manifestó en su momento. Hoy me propongo volver para ampliar datos sobre las guerras actuales y las diversas circunstancias que se vienen dando en los últimos veinte años. Sigo para ello la información del periodista especializado Carlos Hernández-Echevarría.

Años antes de este final en Afganistán, volvió a aparecer Erik Prince, fundador y consejero delegado de Blackvater USA. Sociedad dedicada a colaborar en la guerra con su ejército de mercenarios. Esto es la oferta de abaratar las operaciones militares. En dicha tarea ha sufrido problemas con la ley por sus acciones en contra de los DDHH. Ya había aparecido en la guerra de Irak, donde por la intervención de su personal murieron quince iraquíes civiles, dos de ellos menores de edad, que no estaban involucrados en actividad bélica alguna. Por dicha implicación la mencionada empresa recibió unos 1000 millones de dólares. Tras algunas dificultades Prince se deshizo de Blackvater para después fundar Frontier. Con ella aparece en Libia, donde ejerce su servicio para el control de las migraciones como informa la corresponsal Stephaníe Kirhgaesser. Ofrecía a las fuerzas de ocupación la posibilidad de un control más barato para controlar las migraciones con el establecimiento de una frontera al sur de la propia Libia y sus alrededores.

Durante el mandato del presidente Trump, con quien mantenía relaciones a través de su rica familia propuso un plan para la intervención en la guerra de Afganistán. Betsy de Vos, hermana de Erik, había llegado a ser Secretaria de Educación con el citado presidente promoviendo también la privatización de la enseñanza. El emprendedor Prince bien relacionado, pues fue mediador de Trump con Vladimir Putin y algo tuvo que ver en la mediación con China, volvía a la guerra mercenaria. Con la colaboración de Steve Banon y Michael Flynn presentó un plan a la Casa Blanca. Se trataba de que con la presencia de unos 3000 de sus mercenarios bien entrenados y con el mayor conocimiento de la realidad afgana, la guerra avanzaría a la hora de intervenir ante “los señores de la guerra”. Como quiera que su plan fue rechazado por el gobierno americano, avisó de que el mismo volvería a llamar a su puerta. Acercándose ya la retirada pactada en tiempo de Trump, el nada escrupuloso Prince pensó en otra manera de ganar dinero. Pensó en montar una agencia privada para el abandono del país para las personas más pudientes. Se hablaba de unos seis mil euros el pasaje por personas. Como quiera que los acontecimientos se precipitaron, pues los aeropuertos se colapsaron para sus aviones. Así que el negocio no llegó a cuajar acorde con sus cuentas. El señor Prince puede seguir con desalmados planes ya que la fortuna familiar se lo sigue permitiendo.
Lo que no está tan claro es que la población mundial haya tomado nota de cómo van evolucionando las guerras de nuestro tiempo. Probablemente tenga razón el presidente Biden en que las guerras contra el terrorismo no se resuelvan como se planeó la de Afganistán. Lo que está por ver cuál será el nuevo estilo. A la vista del mismo, cabe esperar que la población mundial haya aprendido lo esperable de los poderes económicos, mediáticos y otros, neoliberales y bien avenidos en conjunto.