El Museo Íbero acoge hasta el 18 de mayo la exposición de la Fundación Caja Rural “Antonio Alcaraz. Jaén, distrito Minero: Cartografías”. Se trata de una visión contemporánea de la arqueología industrial del eje minero de La Carolina – Linares.

El delegado territorial de la Consejería de Cultura y Patrimonio Histórico, Jesús Estrella, ha asistido a la inauguración de la muestra en la que han estado presentes, además del artista, Antonio Alcaraz, el vicepresidente de la Fundación Caja Rural, Patricio Lupiáñez Cruz, el gerente, Luis Jesús García-Lomas Pousibet, y la comisara de la exposición, Alicia Ventura.

La muestra se centra en los restos de arqueología industrial que hoy en día pueden visualizarse cuando recorremos en automóvil el espacio territorial andaluz comprendido entre Despeñaperros y la ciudad de Bailén.

Este eje central del territorio minero abarca una superficie de 40 kilómetros de norte a sur y de 30 kilómetros de este a oeste, integrado por los municipios de Bailén, Baños de La Encina, Carboneros, Guarromán, La Carolina, Linares, Santa Elena y Vilches.

El delegado ha destacado la importante iniciativa de la Fundación Caja Rural de impulsar esta exposición y ha animado a los jiennenses a visitarla. “Supone una nueva mirada sobre el pasado minero de la provincia, un hecho histórico que ha contribuido a moldear nuestra la cultura”, ha asegurado el delegado.

Son arquitecturas en desuso que han dejado su huella en el paisaje de la comarca norte de Jaén en donde la actividad minera se desarrolla en la zona desde hace 4.000 años tal y como atestiguan una estela romana o el hecho de que fue unos de los incentivos para que los colonos venidos en tiempos de Carlos III se instalasen las nuevas poblaciones de Sierra Morena.

Este territorio minero tuvo su momento más álgido a partir de los años 50 del siglo XIX donde se iniciaron las condiciones que propiciarían el boom de finales del XIX, llegando a doblar la población de La Carolina y a sextuplicar la de Linares. Todo ello trajo consigo la alteración de las ciudades, pero también la de los paisajes generando la construcción, entre otros, de líneas ferroviarias para facilitar la salida del mineral, cables aéreos, centrales hidroeléctricas, casas de máquinas, pozos maestros, pocillos, escombreras y un largo etcétera que han dejado su huella en el paisaje tras el abandono definitivo de la extracción minera en el año 21 del pasado siglo.

Son esas estructuras diseminadas en el paisaje de la comarca norte, fundamentalmente de las localidades de Linares y La Carolina, pero también de Santa Elena, Bailén, Baños de la Encina, Guarromán y Vilches, las que Antonio Alcaraz fotografía e interpreta desde su personal visión para exponerlas en el Museo Íbero.

El artista Antonio Alcaraz, nacido en Alicante en 1963, tiene una dilatada trayectoria en el mundo del arte desde su licenciatura en Bellas Artes en la facultad de San Carlos de Valencia, en la que en la actualidad es profesor del Departamento de Dibujo.

En su producción artística compagina la pintura, con el grabado y la edición de libros de artista. Precisamente en este último apartado colabora con el colectivo jiennense Asociación Libro de Artista que en años pasados ha realizado el proyecto “Tierras áridas” que ha agrupado y recopilado obra de talleres de Londres, México, Valencia y Jaén. Pero lo que parece atraer la mirada artística de Alcaraz, desde hace ya unos años son los paisajes de lugares improductivos o los terrain vague del filósofo y arquitecto Sola – Morales.

La comisaria de la exposición señala que Antonio Alcaraz “nos presenta este bellísimo conjunto de obras, en las que se alterna la técnica de la fotografía con la pintura o la estampación, con las que podemos descubrir la tierra rasgada durante siglos por el duro trabajo de los que se afanaron en extraer el preciado metal de la profundidad. Lugares olvidados, hoy colmados de quietud y silencio, en otro tiempo lugares de encuentro, de ir y venir, de cotidianidad, de vida, de historias ya lejanas que nos siguen perteneciendo, que son nuestro pasado y seguirán marcando nuestro futuro, que son las historias de las miles de almas que llegaron a esta tierra con el sueño de ganarse el pan, dejando su lugar de origen y sus afectos. Con la poesía de la imagen, Antonio nos traslada a lugares imposibles, nos propone nuevas visiones, nos invita a reconocer un mundo olvidado y a mirarlo desde otra perspectiva, desde nuestra contemporaneidad, siendo consciente de que lo que fue no volverá a ser, pero sí a reconocer, mantener su historia, y trasladar este legado a las nuevas generaciones.

El horario para visitar la exposición es de martes a sábado de 9 a 21 horas, y domingos de 9 a 15 horas.